Hablar del cambio de hora es hablar de una costumbre que atraviesa generaciones: dos veces al año ajustamos los relojes, reorganizamos rutinas y volvemos a preguntarnos lo de siempre: “¿Dormimos una hora más o una hora menos?” En este artículo reunimos, con rigor y lenguaje claro, todo lo que conviene saber: el origen histórico, la situación normativa en la Unión Europea, el impacto real en la salud y la energía, y una guía práctica para adaptarnos.
El cambio de hora en 5 ideas clave
Cuándo: el horario de invierno entra el último domingo de octubre (se atrasa el reloj); el horario de verano, el último domingo de marzo (se adelanta).
Qué se hace: en otoño atrasamos una hora (02:00 → 01:00 en Canarias). En primavera adelantamos una hora.
Para qué nació: inicialmente, para aprovechar mejor la luz solar y ahorrar energía.
Debate actual: con tecnologías eficientes (LED, climatización, autoconsumo), el supuesto ahorro se cuestiona.
Futuro: la UE ha debatido su eliminación, pero no hay fecha definitiva; el marco actual se mantiene, al menos, hasta 2026.
En resumen: el cambio de hora continúa vigente y afecta por igual a todos los Estados miembros que aplican la directiva europea, con el matiz canario de que el ajuste se produce una hora antes.
Un poco de historia: del carbón a los LED
De la economía del carbón al reloj interior
El primer cambio de hora en España se remonta a 1918, en un contexto de ahorro de carbón y aprovechamiento de la luz. Después llegó una aplicación intermitente y, en 1974 —plena crisis del petróleo—, su implantación regular. A partir de 1996, Europa armonizó el calendario: último domingo de marzo (verano) y último domingo de octubre (invierno).
Más atrás aún, en 1784, Benjamin Franklin defendió en tono satírico madrugar para “gastar menos velas”. Un guiño histórico que refleja una intuición persistente: ajustar nuestra actividad a la luz natural. La diferencia es que, hoy, lo que marca la discusión no es el precio de las velas, sino la eficiencia energética real, el sueño y el reloj circadiano.
No siempre fue el mismo
España está alineada hoy con la hora central europea por una decisión de 1940 que no se revirtió después. Más allá del debate sobre el huso ideal (Portugal y Reino Unido comparten otras referencias), el hecho práctico es que el cambio de hora bianual ha sido el instrumento para desplazar nuestras rutinas hacia la luz, sin mover el huso.
En Canarias, la referencia horaria siempre va una hora por detrás de la península. Por eso, cuando allí son las 03:00 (y retrasan a 02:00), en Canarias son las 02:00 (y pasan a 01:00).
¿Por qué mantenemos el cambio de hora?
El argumento clásico: luz natural = menos consumo
La lógica fundacional fue directa: si madrugamos con la luz del sol, encendemos menos bombillas. Durante décadas, este razonamiento sustentó el cambio de hora con un objetivo de ahorro energético.
Lo que ha cambiado: tecnología y hábitos
Iluminación LED y domótica: reducen mucho el consumo por lumen.
Climatización eficiente y aislamiento: el gasto ya no depende tanto del horario de luz.
Autoconsumo fotovoltaico: desplaza parte del consumo a las horas solares independientemente del reloj.
Hábitos urbanos y laborales: más flexibilidad horaria, teletrabajo y actividad de servicios.
Resultado: el ahorro atribuible al cambio de hora es hoy difícil de demostrar y, cuando se estima, suele ser modesto. Por eso el debate ya no se centra solo en kilovatios-hora, sino en salud pública, productividad y coordinación europea.
Salud y ritmo circadiano: el “mini jet lag” bianual
Ajustar el reloj una hora no parece gran cosa, pero para el reloj biológico puede suponer un micro desajuste que tarda unos días en compensarse. Lo notamos como:
Somnolencia y cansancio matinal (más con el adelanto de marzo).
Cambios de humor e irritabilidad.
Dificultad para conciliar el sueño.
Menor concentración temporal.
Niños, mayores y personas con insomnio o ansiedad suelen notarlo más. Además, el anochecer temprano del horario de invierno puede afectar el estado de ánimo en quienes son sensibles a la menor exposición a la luz vespertina.
Cómo minimizar el impacto (plan de 7 días)
Siete días antes del cambio de hora de otoño:
Acostarnos y levantarnos 10–15 minutos antes cada día, para aterrizar en el nuevo horario sin sobresaltos.
Luz natural por la mañana (persianas arriba nada más despertar).
Cenas ligeras y evitar pantallas 60–90 minutos antes de dormir.
Mantener horarios regulares de comida y actividad física.
Si conducimos o trabajamos a turnos, precaución extra los dos primeros días.
En Canarias, donde el sol “cae” un poco más tarde respecto a la península por latitud y posición occidental, conviene buscar luz de mañana —paseo corto, balcón, patio— para “anclar” el reloj interno al nuevo ciclo.
¿Será 2026 el último cambio de hora?
La UE debatió su supresión y llegó a votar a favor de eliminar los cambios estacionales, dejando que cada país eligiera un horario permanente (verano o invierno). La medida se aplazó por falta de consenso y prioridades más urgentes. A día de hoy:
Se mantienen los calendarios de cambio de hora hasta 2026.
Después, hará falta que la UE retome el asunto para fijar un horizonte común.
Varios países —y regiones— defienden que, de eliminarse, se opte por un horario estable y saludable (más cercano al solar, es decir, el de invierno), mientras que una parte de la ciudadanía prefiere más luz por la tarde (permanente de verano).
Lo permanente es mejor para la salud que el vaivén estacional; y, de los dos permanentes, el de invierno suele ser el más alineado con el reloj biológico.
Husos horarios, UTC y la “hora canaria”
Un mapa rápido para ubicarnos
UTC (Tiempo Universal Coordinado) es el “cero” del que parten los husos.
España peninsular y Baleares usan UTC+1 en invierno (CET) y UTC+2 en verano (CEST).
Canarias usa UTC+0 en invierno y UTC+1 en verano: siempre una hora menos que la península.
Esta diferencia explica la eterna coletilla de las emisiones: “una hora menos en Canarias”. No es un capricho, sino la coherencia geográfica de un archipiélago más oeste que la península.
¿Ahorra o no ahorra? Mitos y realidades del cambio de hora
Mito: “Se ahorra una barbaridad en luz”. Realidad: con iluminación LED y hábitos actuales, el ahorro atribuible parece pequeño y variable por zona y estación.
Mito: “Todo es salud, no energía”. Realidad: ambas cosas importan. Hoy, el argumento sanitario pesa más que antes, pero la coordinación europea y la movilidad (transporte, logística, mercados) hacen que cambiar el sistema no sea trivial.
Mito: “En Canarias da igual; total, hay buen clima todo el año”. Realidad: el cambio de hora también afecta en Canarias: comercio, hostelería, ocio al aire libre, horarios escolares y descanso notan el ajuste, aunque el clima suavice la percepción.
Impacto práctico del horario de invierno en Canarias y la península
Amanecer: más temprano tras atrasar el reloj (interpretamos “mejor” despertar los primeros días).
Atardecer: llega antes, lo que recorta la luz disponible por la tarde y puede modificar rutinas de deporte, comercio y hostelería.
Domingo del cambio: es el día más largo del año en duración “oficial” (25 horas).
En Gran Canaria y el resto del archipiélago, la tarde con luz es un activo social y económico. Si trabajas cara al público, planifica escaparate e iluminación; si estudias u opositas, bloquea luz matinal; si haces deporte, valora adelantarlo para aprovechar el sol.
Guía exprés para adaptarte mejor (familias, trabajo y ocio)
Familias con peques
Rutina constante los 5–7 días posteriores: hora fija de cena, baño y cama.
Despertador de luz o persianas abiertas al amanecer.
Reducir azúcares y pantallas por la tarde.
Teletrabajo y oficina
Agenda tareas analíticas a primera hora (aprovecha la ventana de foco matinal tras el ajuste).
Reuniones largas, después de media mañana.
Paseo breve después de comer para luz y movimiento.
Deporte y ocio
Adelantar 30–45 min la práctica vespertina esa semana.
Si entrenas tarde, evita alta intensidad cerca de la hora de dormir.
Fines de semana: exposición solar (playa, sendero corto, paseo) para recalibrar.
Preguntas frecuentes
1) ¿El horario de invierno es “más saludable” que el de verano?
En términos de reloj biológico, el horario de invierno está más alineado con el sol (amanecemos y anochecemos más cerca del ciclo natural). Por eso, si hubiera que elegir un horario permanente, muchos expertos priorizan el de invierno para la salud del sueño.
2) Si se elimina el cambio estacional, ¿qué pasaría en Canarias?
Canarias seguiría con una hora menos respecto a la península, como ahora. La duda no es la diferencia con la península —que se mantendría—, sino qué horario fijo se adoptaría (verano o invierno) en toda España. De tomarse una decisión, se aplicaría también en el archipiélago.
3) ¿De verdad se ahorra energía con el cambio de hora hoy?
El ahorro neto es muy discutido. Con tecnología eficiente y hábitos actuales, los estudios recientes tienden a encontrar beneficios modestos y muy variables por latitud y estación. Por eso, el debate en la UE se desplaza hacia salud y coordinación más que a la factura eléctrica.
Entre la luz y los relojes, el centro eres tú
El cambio de hora nació para ahorrar y hoy se sostiene por coordinación y costumbre, mientras la evidencia sobre ahorro se diluye y la salud gana peso. Nosotros, como comunidad, tenemos dos certezas: 1) a corto plazo, seguiremos cambiando el reloj dos veces al año; 2) a medio plazo, la UE deberá decidir si pasamos a un horario permanente.
Hasta entonces, la mejor inversión es aprender a adaptarnos: cuidar el sueño, buscar luz natural, ordenar rutinas y planificar el día con cabeza. La tecnología ya hace su parte; toca que nuestro reloj interno no se quede atrás.
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